16 abr 2008

Fragmentos

Fragmentos de una luz ensordecedora,
atraviesan los mil trescientos cincuenta
centímetros cúbicos de mi espiritualidad,
se incrustan en mi piel, carcomen mis sentidos
enajenan mi presencia,
distorsionan mi aquí-ahora

Ellos dotan de sentido al dolor
preservan tu ausencia
justifican mi existencia
simbolizan nuestra trascendencia

Son hijos de las sonrisas y lagrimas
del deseo y la ternura,
que alegres retozaban por entre
nuestras caricias y dormían
al amparo de nuestras alegrías

Resisten día a día ante el flujo de la vida
inconcientes de su muerte, ansían
el retorno de aquellas melodía,
esperan la frenética armonía
que nos susurraba, aquello
que las palabras no decían.

Los discursos robaron sus inocencias,
ultrajados fueron abandonados,
para ser deformados por la soledad,
vagaron por cementerios y hospitales
en busca de una paz definitiva
pero esta les fue esquiva,
mis fragmentos de luz ensordecedora,
se refugiaron en filo de la memoria,
en las profundidades oníricas
para hacerme entender que
el deseo y el dolor
son las voces de la historia.

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