24 sept 2011

La muerte de Iván Ilich - León Tolstoi (Extracto capitulo 4)


Iván Ilich fue, pues, a casa del doctor. Todo ocurrió como esperaba, es decir, como acontece siempre: la espera, el aire de importancia afectada del médico, que Iván Ilich conocía tan bien; la auscultación y las preguntas que exigían de antemano unas respuestas determinadas y evidentemente inútiles, así como la expresión significativa que parecía decir que no tenía uno más que someterse para que todo quedara resuelto, que él tenía el medio de arreglar las cosas, siempre del mismo modo, para cualquier persona que se presentase. Todo era exactamente igual que en el Palacio de Justicia. Lo mismo que él adoptaba cierta actitud ante los acusados, el doctor la adoptaba ante él.

El médico dijo a Iván Ilich que tal y cual cosa indicaban que padecía de tal otra, pero que si los análisis no lo confirmaban, sería menester suponer que padecía otra enfermedad. Y si se hacia esta hipótesis entonces... A Iván Ilich sólo le interesaba la siguiente cuestión: ¿su enfermedad era grave o no? Pero el médico lo ignoraba y opinaba que era inútil y que no se debía dilucidar. Era preciso averiguar, en cambio, si se trataba de un riñón flotante, de un catarro intestinal crónico o de una enfermedad del intestino ciego. No se trataba de la vida de Iván Ilich, sino tan sólo de saber cual era su padecimiento.  

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